Fuente: http://www.visiondelmaule.cl/?p=17075 - Por Roberto Santiago
Mi hijo va a cumplir 20 años y no ha conocido a otro diputado, ni a otro senador. Ese es el drama de una democracia atrapada por el binominal de Pinochet y Guzmán. Los únicos que celebran son los honorables que morirán con las botas puestas, suculentas dietas, viajes gratuitos y otras prebendas que jamás perderán mientras perdure el binominal.
Foto: Precandidatos Cauqueninos a Diputados, que quieren imponer su sello actual. De izquierda a Derecha José Ignacio Pinochet - Abogado, Iván Salazar Aguayo - Sicólogo, Juan Andrés Muñoz Saavedra - Ingeniero Civil.
Así, con una precaria candidatura forjada en base al dinero y las ganas, al comienzo de la transición, llevan 20 años y piensan quedarse mientras dure el dichoso sistema, un favor del dictador que a estas alturas ya no era del todo perverso.
Y no se trata sólo de un abuso o una falta de respeto al pobre pueblo trabajador que recibe 150 lucas liquidas y la clase media debe endeudarse para acceder a las comodidades básicas, pagar las infinitas alzas de la bencina y mandar a los hijos a Universidades chantas que florecieron como callampas durante y después de la dictadura.
Ante el clamor por cambios y las masivas protestas ciudadanas, los honorables a apelan al único argumento para seguir “representando” a los cansados ciudadanos de sus distritos, su “experiencia”.
Y claro, cualquier competidor será calificado de novato, inexperto, soñador y hasta “izquierdista”. Y le caerán encima los millones ahorrados por décadas, la fortuna acumulada en el “servicio público” y los incondicionales que nunca faltan.
Ante el binominal los retadores son verdaderos gladiadores heridos que van a morir frente al populacho vociferante. Y los ya ancianos honorables sonríen satisfechos: llevan 20 años de circo, de pequeños favores a sus incondicionales, de declaraciones en las radios y los diarios pagados por su hinchada billetera.
Lo que olvidan a veces los dinosaurios es que el populacho podría dar una sorpresa y cansado del mismo triste espectáculo decida sorprender al eterno parlamentario y mandarlo para la casa a cuidar a los nietos. Ha habido casos. Si en 20 años no han aprendido que la vida sigue y la democracia es justamente el cambio permanente, no han aprendido nada. Los dinosaurios no supieron leer los “signos de los tiempos” y adaptarse.
Se extinguieron. O murieron a consecuencia de un gigantesco meteorito que se estrelló contra el planeta. Ojala los que buscan mantenerse indefinidamente en el poder se estrellen contra el
veredicto ciudadano.
Ojalá el pueblo desinformado y comprable descubra esta vez que a pesar del binominal puede mandar a algunos dinosaurios a su valle del pasado. Vamos retadores que se puede. Mi hijo tiene derecho a conocer algún día a otro parlamentario.
A ponernos de pie y levantar las manos para decirle adiós a los repetidos y ambiciosos gozadores del binominal.
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