Cauquenina radicada en Valdivia relata impactante testimonio del terremoto

    Por Gabriela Solis Luna Sample Image

    Acabo de regresar a Valdivia y a más de una semana del terremoto, existen pueblos y ciudades olvidadas por los medios de comunicación, por ello decidí relatar el desolador panorama que se vive en mi cuidad, Cauquenes.

    Comencé mi travesía con ayuda de amigos que me acercaron a Temuco, desde ahí me reuní con mi tío para viajar en vehículo hacia Cauquenes, a las 2 am partimos, intentando sacar cuentas para no llegar durante el toque de queda. La noche no me dejó avistar muchos detalles de los daños en carretera pero llegando a Parral, comienza un panorama catastrófico. Cuando el sol pretendía aparecer imponente detrás del cerro Quella, la ansiedad alarga los pocos minutos que me quedaban para ingresar a mi ciudad.

    Entrando observé que no sólo las casas de adobe estaban en el suelo, sino edificios y casas de hormigón estaban dañadas, vacías y rodeadas de escombros. El centro me esperaba con Municipalidad, Teatro, colegios con grandes daños estructurales, y la memorable Iglesia de San Alfonso con sus torres destruídas. Escalofríos sentí cuando a la vuelta distinguí mi casa, y al bajar del auto me recibía el suelo con una fuerte réplica. Ahí estaba, a punto de caer la fachada, adobe por todos lados, grietas gigantes, tejas a doquier, de la casa de mi abuelo, sólo quedaba demoler. 

    Pasada las horas y después de reencontrarme con mis seres queridos, cauqueninos de tomo y lomo, gente sencilla de gran corazón, esforzada y solidaria no pude quedarme tranquila hasta saber de la realidad del resto de mi ciudad. De a poco los servicios básicos se reestablecen pero existen aún poblaciones que deben esperar que los camiones aljibes distribuyan el agua, o simplemente caminar hacia la copa de agua o a la casa de algún vecino para obtenerla.

    Cuando quise ubicar la radio dinastía y surcos para saber de mejor fuente cuales eran las necesidades urgentes y quizás aportar de alguna forma, me llevé la sorpresa de que toda la cuadra estaba en el suelo y a punto de demoler. Llegué a la radio Géminis que trasmitía desde el patio ya que también sufrió estragos pero seguían al servicio de la comunidad entre medio de algunos voluntarios que recibían donaciones para poder repartir.

    Justamente estaba el director del Hospital San Juan de Dios desmintiendo que no existe ningún hospital de emergencia y que la realidad es muy desesperanzadora, algunos servicios están en el patio y frontis del hospital, los insumos y profesionales no dan abasto, “priorizaron el litoral” decía el director ”y acá la población supera en cantidad de habitantes y no comprendía como las autoridades no priorizaba las verdaderas necesidades”, mientras eso ocurría el teléfono sonaba y se tomaban recados de la auditores que informaban sobre las realidades en otros sectores, entre medio llega el alcalde para calmar los ánimos, diciendo que todo está bien, que la ayuda está llegando, que se necesitan voluntarios y vehículos para repartir los víveres y que el Ejército está a cargo de la logística y distribución de ayuda a la comunidad

    Todo sonaba tan confortador, pero afuera habían dueñas de casa que querían explicación del Alcalde del por qué en sus poblaciones no había llegado nada de lo que él decía.

    Mi sensación fue de desorganización total, las autoridades a más de 6 días del terremoto aún no cubrían las penurias de mí querida ciudad. Los pobladores duermen con temor a que todo empeore más, en la calle, en sus patios, plazoletas, estadio municipal, potreros.

    La incertidumbre aumenta, aún más cuando la información oficial no utiliza las mejores vías, todo se distorsiona y crea un ambiente de desazón y confusión. Se han tardado más de la cuenta, demasiado para quienes vivieron pérdidas materiales y también familiares.

    Todos los cauqueninos están damnificados, si alguna familia no perdió su casa, algún familiar si, o el vecino o alguien que sólo conocías por referencia. Si las víctimas fatales hasta la fecha no superan las 20, en la zona del litoral ya suman más de 50, todas identificadas y muchas otras desaparecidas que seguramente correspondes a muchos turistas que acampaban en Curanipe o veraneaban en Pelluhue, Chanco y Mariscadero.

    Cauquenes se levanta de a poco, pero esto recién comienza, se debe reconstruir más de la mitad de la ciudad y la ayuda aún no se canaliza de la mejor forma. Vehículos particulares y camiones de muchos lugares de Chile llegan de a poco con ayuda, flameando al viento llevan nuestra bandera, pero prefieren ellos mismo entregar sus aportes a las familias porque ven que todo es muy lento y la lucha de egos entre las autoridades obstaculizan atender los apremios de la población.

    Logré ser testigo del trabajo arduo de los voluntarios ubicados en la Iglesia San Pedro, a cargo del padre Pepe frente a la plaza, y mucho más gusto fue cuando un carro bomba de la 8 va Compañía de Valdivia llegó con ayuda de más 50 mil litros de agua, víveres y pañales, ese es Chile!!!!, solidario, no importando clase social, credo religioso, profesión o lugar de residencia, toda ayuda es bienvenida. Me volvió el alma al cuerpo observar la bandera valdiviana en medio de la catástrofe y desanimo de la gente, fue muy alentador. Soy Cauquenina pero mi corazón esta dividido entre Valdivia y mi ciudad natal.

    Mi testimonio sólo tiene la intención de relatar la realidad de una de las ciudades más devastadas de la región del Maule, con una mirada critica pero con la fe de que saldremos adelante, ahora se aproxima la reconstrucción y las necesidades se vuelcan a material de construcción y muchos voluntarios para levantar Cauquenes y todas las ciudades, localidades rurales y costeras afectadas por la furia de nuestra impredecible naturaleza.

    Gabriela Solís Luna
    Cauquenina radicada en Valdivia

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