La tarde es una muchacha huérfana
que huye solitaria entre las nubes
en busca de la noche,
y yo he decidido estacionarme aquí,
en esta plaza solitaria
a contemplar el desembarco frágil
y silente de la nostalgia.
La vida desfallece mutilada
en el fragmento suicida
de un trizado recuerdo,
en la prostituta mentira
de lo que soñamos
y nunca fue,
y yo sigo aquí,
esperando que asome
en la fría escarcha de la memoria
la milagrosa y tibia geografía
de tu sonrisa.
La vida tiene prisa
y huye rápido
como si fuera en busca de algo,
como si todo estuviera en otra parte,
lejos de aquí,
lejos de este pueblo, lejos de este espacio
y lejos de esta plaza
donde desaparecen las hojas de otoño
que se roba el viento.
Llega la noche
y nada permanece para siempre,
como si la vida fuese sólo
la leyenda frágil de un instante,
como si todo fuese sólo
la ráfaga inusual de un momento,
todo transcurre, todo parece ser
sólo el aullido de una circunstancia
y yo permanezco aquí,
en esta vieja plaza de siempre,
en este momento que pasa,
en este instante que muere
y en esta vida que como un suspiro,
se desarma y envejece.
Carlos Asquet Jaque
Con todo el amor posible para una gran suegra, madre, abuela y mujer.
{mxc}