Por Ivan Guajardo Rodriguez
Las tardes de otoño, frente al río,
Son las mejores de Cauquenes; Ni Rancagua, ni Talca, ni Chillán, las tienen:
Son verdes, lilas, anaranjadas,
Son tan bellas, como lo mejor de todas las tardes.
Entonces, cuando las contemplo,
Sigo buscando otros días, otras tardes.
Veo la luna, las zarzas;
Las espaldas de los sauces,
El velamen de los álamos,
Los espacios secretos,
Y el viento que salta, sobre los viñedos,
Rojizos de otoño.
Las tardes, sobre el río Cauquenes,
Son mejores que el rosario de estrellas,
Colgando en los blancos volcanes nevados.
Por todo esto, le digo al barco, de una rápida hoja naufragante,
Despidiéndose de los otoñales,
Me deje, la tarde suave,
Bajo los árboles de mi río Cauquenes.
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