Fuente: lun.cl, por Pamela BarriaA sus 71 años, Guillermo Badilla tiene una vida tranquila, alejada de los conflictos que despierta el poder. Vive con su señora y uno de sus dos hijos, dedicado a su panadería y a sus plantaciones de pino y eucalipto.
Fue gobernador de la provincia de Cauquenes durante los gobiernos de Patricio Aylwin y Eduardo Frei, y alcalde de la comuna por dos períodos, entre 2000 y 2008.
“Cuando fui alcalde pasé muchos problemas, me persiguieron mucho, me pusieron todo tipo de obstáculos”, recuerda el ex jefe comunal.
-Pucha, a las mujeres les sale más fácil convencerlo a uno, ah, ¿se ha dado cuenta usted? Ella quiere que sea el candidato y que trabajemos juntos, a mí no me desagradaría hacerlo tampoco. Estoy pensándolo seriamente. Antes del 15 de marzo debo decidirlo.
Para ejemplificar, desclasifica una de las historias que vivió en esa época. “Siempre me estoy preparando para una posible desgracia”, introduce Badilla. Por eso, mientras cumplía con su segundo período de alcalde decidió construir un pozo en plena Plaza de Armas de Cauquenes.
“Yo sabía que por debajo pasaba un río subterráneo. Entonces decidí construir el pozo por si alguna vez había un terremoto, para abastecer de agua a la comuna”, explica.
Y mientras las máquinas trabajaban el hoyo de unos 40 metros de profundidad, a Badilla lo hostigaban. “Me dieron como caja, sobre todo la gente de la UDI. Como yo soy agricultor, me decían El señor de la querencia. Según ellos yo creía que la plaza era fundo mío”, cuenta.
Su venganza vino sin querer justo para el terremoto de febrero de 2010, cuando el pozo de Badillla tomó protagonismo. “Sirvió para darle agua a Cauquenes como 15 ó 20 días. Los camiones que la repartían por los campos y poblaciones se pudieron alimentar de esa agua. Al actual gobernador una vez se lo dije: ‘¿No ves que sirvió el pocito?’”.
Ese tipo de cahuines es el que lo ha mantenido lejos de la política hasta ahora. Sobre todo porque a su familia no le agrada mucho la idea de que vuelva a la pelea. “Uno tiene cuero de chancho, pero los hijos, no”, reflexiona.
Sin embargo, está a punto de aflojar. Su partido, la Democracia Cristiana, lo quiere de nuevo en la carrera por el municipio. Él lo estaba pensando, pero antes de que diera una respuesta concreta, ya lo habían proclamado. “Fue un secretario regional del partido, que corrió con colores propios. Prefiero ni nombrarlo”, detalla.
La falta de prudencia lo molestó. Aún así, asume que le pica el bichito, sobre todo porque es la propia senadora y presidenciable Ximena Rincón quien lo está tratando de persuadir. “Creo que vamos a terminar convenciéndolo, porque él es la mejor carta de la Concertación”, dice la parlamentaria.
“Falta conversarlo con mis hijos, mientras tanto estamos en veremos”, dice él.
-Pero parece que la senadora Rincón está a punto de convencerlo.
{mxc}