Homenaje del Centro ex alumnos LAV en los funerales de Mario Pedreros Hurtado

    Por Ulises Manriquez, Presidente Centro de ex Alumnos LAV

    Active ImageLos ex alumnos del Liceo Antonio Varas de Cauquenes estamos profundamente conmovidos por la partida del ex compañero y amigo Mario Pedreros Hurtado. Queremos  compartir con vosotros la pena y el dolor que nos embarga. Así como ayer compartimos con él la dicha de acceder al conocimiento y al saber en las aulas de esa magnifica e inolvidable comunidad estudiantil del Liceo de Hombres de Cauquenes, hoy Liceo Antonio Varas.  

     

    Mario Pedreros fue también, como muchos, producto de ese templo escolar: alumno aventajado de la promoción de los años 60 orientó su vocación hacia la carrera militar donde obtuvo el grado de comandante después de una brillante carrera.

    Sus actividades  profesionales no le impidieron asumir durante algunos años la presidencia del Centro de ex Alumnos del Liceo de Cauquenes. Su carácter afable, caballeresco y educado suscitaba respeto, admiración, amistad y afecto entre quienes fueron sus amigos y colaboraron con él. Permaneció siempre atento a mantener una estrecha relación con nuestro Liceo y nuestro querido Cauquenes organizando o asistiendo a las ceremonias de aniversario como si sintiera esa necesidad vital de no cortar el vínculo con su tierra. Poseedor de un espíritu generoso y solidario, sin ostentación y de manera anónima ayudaba a estudiantes del Liceo carentes de recursos a continuar sus estudios. Mario fue un hombre de bien que ya echamos de menos y que nos hará mucha falta. 

    Cualquiera sea la visión que cada cual tenga sobre la vida o el destino del hombre, la idea de la muerte provoca en general entre nosotros, herederos de la tradición cultural judeo-cristiana, miedo a lo desconocido, angustia y sufrimiento. En una soleada mañana del mes de mayo de este año, paseando en una solitaria playa de Curanipe, cielo azul y mar turquesa, ví venir de lejos a Mario Pedreros. Caminaba erguido. Me detuve y me acerqué a saludarlo. Sabíamos de su enfermedad, y como es natural le pregunté cómo estaba. Me respondió: - “Hace unos días sentí el fin llegar, pero hoy de nuevo me siento bien”. Su rostro no mostraba signo alguno de inquietud o preocupación sino una gran calma y serenidad. Miraba hacia el mar, como si sabiendo lo ineluctable del desenlace, quisiera antes de partir inundar su ser con la belleza del paisaje y reanudar con los orígenes de la vida que nos vino del océano. Intercambiamos algunos comentarios y nos separamos.

    El se marchó, erguido, siempre erguido, sin miedo, mirando al infinito. Es el recuerdo maravilloso de este cauquenino que yo mantendré en mi mente. Querida familia Pedreros-Hurtado : Mario vivirá siempre mientras lo recordéis en los bellos momentos que lo tuvisteis entre vosotros. Y la pena y el dolor que juntos compartimos  hoy, lentamente se ira transformando en un dulce recuerdo que hará mas llevadera y rica la existencia. La vuestra y la nuestra.

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