Por Marcelo Hurtado Canales - Abogado y Profesor y Consejero de la Facultad de Administración Universidad del Pacifico
Hace poco me he enterado a través de este medio de que la Cárcel Pública de Cauquenes se encuentra casi colapsada, y que incluso se pretende construir otra en el mismo lugar en el cual se encontraba la antigua, aledaña al Juzgado Penal Oral y de Garantía de nuestra comuna, recinto donde alguna vez se pretendió implementar un verdadero centro cívico jurídico con todos sus servicios afines.
Lo anterior debe llevarnos a reflexionar sobre lo siguiente: ¿Que sentido tiene la construcción de más centros penitenciarios? y en una ciudad que siempre se caracterizó por su tranquilidad y escasa delincuencia, que terminará paradojalmente siendo un reducto de lo peor de nuestra sociedad.
A mi juicio levantar más cárceles y aumentar su población, no soluciona el problema de fondo para la sociedad ni para el mismo recluso, subsistiendo las causas y los efectos que esta situación crea indefinidamente en el tiempo, sin existir propuestas claras de una solución radical al problema.
Me parece absurdo, y nunca lo he podido entender de verdad por que se desprecia tanta mano de obra, entre cuatro paredes y por años y años y con escasas o nulas probabilidades de rehabilitación, a mi juicio esta es la verdadera reforma pendiente en nuestra sociedad, y que debe concentrarnos a todos para elaborar propuestas y modificaciones de fondo que importen finalmente mayor dignidad y valor al recluso. Analizar las causas de la delincuencia, puede llevarnos a discusiones infinitas y a conclusiones disímiles, pero creo que en algo si debemos estar de acuerdo, que el trabajo es una verdadera fuente de dignidad para el hombre.
Teniendo en cuenta esta premisa debemos avanzar para que se implementen más centros laborales penitenciarios en todo el país y que esa enorme mano de obra produzca y cree valor, para los mismos internos, su familia y la sociedad.
Con lo anterior podríamos lograr enormes beneficios en diversas áreas como ser la forestal propia de nuestra zona, la agrícola, la industrial, la pesquera etc.
Un recluso al Estado le cuesta mas de $200.000 mensuales que deben ser pagados con los impuestos de todos los chilenos, ¿no sería mejor que estos gastos sean financiados por el mismo transgresor de la ley con su propio trabajo?
El resultado de lo anterior también generaría un beneficio al erario fiscal pudiendo destinar estos miles de millones que cuesta la mantención de los internos a gastos de mayor prioridad. En fin, insisto que esta es la gran reforma pendiente, cuando seamos capaces de crear valor en la actividad de un recluso, podremos finalmente encontrar el verdadero camino de la rehabilitación, con verdaderas jornadas de trabajo diario y con gendarmes motivados en la función de capataces alguaciles en lugar de represores de fusil y bayoneta.
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