Los antiguos narraban varios cuentos sobre el tren que llegaba a Cauquenes. Mi mamá me relataba uno que siempre llamó mi atención. Esta historia se la contó mi abuelo a mi madre, y todavía la seguimos contando.
Yo no conocí a mi abuelo materno, se llamaba Francisco Muñoz. La verdad es que no me acuerdo de él. Era muy chico, tenía cinco años cuando él murió, fue como en 1955. Él vivió de manera inocente su primera experiencia con el ferrocarril. Eran del campo, de Pilén. Yo también nací allá.
En una oportunidad mi abuelo tuvo que ir a la estación a esperar a unos familiares que iban a llegar en la tarde. Era invierno, alrededor de las seis, pero ya estaba bien oscuro. Cuando el tren empezó a asomarse, lo primero que se divisó fue una gran luz que venía de cordillera a mar. En ese momento comenzó a desordenarse la cosa.
Las personas que estaban acompañando a mi abuelo en la estación, se aterrorizaron. Pensaron que era el sol que se estaba cayendo del cielo. Las viejas se desesperaron, empezaron a gritar: “acabo de mundo, acabo de mundo”. Muchos se descontrolaron, escapaban y corrían por el miedo. No asociaron que esa luz que se acercaba, era del tren.
Después, cuando se dieron cuenta que era el ferrocarril que venía llegando, entre ellos mismos se empezaron a calmar. Eran otros tiempos, mi abuelo nació en el siglo XIX. En el campo no había mucho acceso a la educación, pocos sabían leer, la gente no estaba muy preparada.
Hoy en día uno puede leer revistas, el diario, ver fotos, usar internet. Mi abuelo no tuvo acceso a ninguna de esas cosas, no tenía cómo conocer lo que era el ferrocarril antes de verlo con sus propios ojos. Únicamente había escuchado de su existencia, pero una cosa muy diferente fue encontrarse con él.
Por mi parte, recuerdo que los carros entraban y salían cargados con todo lo que se pueda imaginar. Me acuerdo de los vagones que partían llenos de animales, era muy especial. Recuerdo también las grandes producciones de trigo, chuchoca y porotos. Ahora ya no se produce tanto. La tierra está tomada por las forestales. Ahora hay que comprar afuera la mayoría de los cereales. Antes era todo de aquí. El Barrio Estación, cuando funcionaba el ferrocarril, era muy bonito, había mucha actividad, harto que mirar.
Esa visión antigua, inocente que poseía mi abuelo me gusta más. A pesar de lo cerrado que eran los viejos de esa época, lo prefiero.
Era todo muy tranquilo, las cosas se apreciaban de otra manera. Existía mayor respeto entre las personas. Eso hoy, es más difícil que suceda.
Por Doroteo Oses. Casco Histórico, Barrio Estación - Libro publicado con la ayuda de los profesionales de Servicio País
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