¿ Porqué tanta injusticia hay en el mundo
y, además, tanta indolencia en los humanos ?
¿ Será porque hay algunos que aún no entienden
que, todos, ante Dios, somos hermanos ?
¿ Porqué hay tanta riqueza en unos pocos
y en los más sólo hay angustias y miserias ?
¿ Acaso no es legítimo que todos
disfrutemos, por igual, de nuestra tierra ?
Exijo, como dice Condorito,
una clara y razonable explicación,
puesto que urge mitigar, de este planeta,
la impotencia, la amargura y el dolor.
Hasta donde se sabe, nuestro “globo”
lo hizo Dios para todos por igual,
con la clara intención que Adán y Eva
lo empezaran, sin distingos, a poblar.
Es, entonces, preciso que se entienda,
aunque a “algunos” les resulte poco claro,
que es más digno y justiciero darle a todos
a probar la exquisitez de un dulce trago.
No hay, por tanto, ni apellidos, ni cartones,
ni hay estatus, ni tampoco hay altos cargos,
que autoricen a nadie darle al pobre
siempre el trago más mezquino y más amargo.
ALPECAS - Alejandro Peña Castro
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