Gracias, gracias, Señor, por escucharme
aquel día que imploré por San Alfonso,
reliquia y estandarte de Cauquenes
largamente sumida en sus escombros.
Ese templo sagrado que hoy resurge,
como el mítico “ Ave Fénix “ de leyendas,
majestuoso, por sobre sus cenizas,
después de una fatídica tragedia.
Y ahora que, otra vez, este portento
ha vuelto a echar al viento sus campanas,
volveremos a saber de donde emerge
esa luz celestial de las mañanas.
Gracias, gracias, Señor, por permitirme
decir, de viva voz y con mesura,
“Bienvenido” mi querido San Alfonso,
con tu nueva arquitectónica estructura.
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Alejandro Peña Castro - ALPECAS
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