Por Ivan Gajardo Rodriguez
Nací,
Hace tiempo,
En un lugar, entre ríos y cielos.
Debe haber sido, entre otoños e inviernos,
En medio de un duelo crucial de la naturaleza.
Afuera, el viento, adentro, un llanto,
En la pizarra de la pieza,
Nerviosos pasos, sonando en el entablado
De la casa paterna.
Entre medio, de todo esto,
Los castaños, muy añosos,
Y el manzano de la esquina,
Ya, con sus hojas caídas,
Me ofrecieron su chamanto.
Ahora,
Con el reloj de muy avanzados días,
Recuerdo:¿Qué haz hecho?...
Muchas y pocas cosas.
¿Por ejemplo?
Aprendí a leer y escribir.
A dibujar, casas de campo;
A nadar en los ríos esmeraldinos,
Cubiertos de nubes.
No es ninguna gracia, me dicen.
¡Ah!, contesto…
Pero no saben del cisne azul,
De los alados peces,
De las golondrinas suaves,
Del dulce primer beso.
De las instantáneas fotos en blanco y negro,
Todos peinados a la gomina,
En aquella plaza, después de misa.
De la princesa escondida en hojas,
de El Peneca…Curioso.
Y, ahora, con el después del tiempo,
Los caballos alborotados, para llegar,
Me llevan hacia la meta:Cabalgo.
A los tantos y tantos,Casi sin aliento,
Entre los ayer, hoy, y mañana,
En medio del silencio,
Busco entre los álamos,
En la arena,
Entre los tordos que apenas existen,
Entre las azucenas,
Entre los lirios,
Entre las matas de sauces,
Entre las venas,Entre las montañas,
Espero, explicaciones que nunca llegan…
Y, aquí estoy,
A media cuadra de la última calle,
Metido, de cabeza, escribiendo.
¿Sobre qué?...
Tal vez, de las luces de los taxistas imprudentes;
Del río seco,De los pastos pisoteados.
Del canto de los gallos que murieron
En las sombras, antes de las madrugadas.
De los políticos ambiciosos,
De los alcaldes populistas;
De las denuncias que hace la pobre gente,
En contra de las asistentes sociales amargadas…
Son las tantas.
Afuera, en la ventana,
Un mendigo, parece un Cristo azotado.
Habla con la boca seca;
Salen palabras que él, ni yo entiendo:
Un pedazo de vida, de infancia agotada,
De fe de bautismo borrada…
Triste, solo,
Deambula; nadie lo atiende…
Más allá, en un vértice
Los setenta y tantos…
Entonces, digo y exclamo:
¡Dónde están los cielos!
¿En el pan nuestro de cada día?
...Son reflexiones, sacar a mil…
{mxc}