Este reportaje aparece en Revista Motivus, en su sección Nuestra Gente de la edición Nº 33
Rafael Alberto Faundez - Soltero, 1 hijo.
El oficio de fletes en triciclo aún se mantiene vigente siendo una alternativa real a la hora de recurrir a un transporte de objetos pesados o simplemente de llevar las compras de la feria. De lunes a domingo es habitual ver los triciclos en la esquinas del Mercado Municipal, don Rafael más conocido como “El Cachaña” nació el 22 de octubre de 1952, lleva más de quince años trabajando en este rubro en los cuales ha tenido altos y bajos.
Sin embargo estos últimos 7 años han sido fructíferos ya que dejó el alcohol y se encomendó a la Virgen de la Candelaria para que no le faltara ni trabajo ni salud, así fue como después de pasar un susto grande, en donde hasta el funeral le tenían listo comienza a crecer y de pasar, de arrendar triciclos pasa a tener el propio, en el día de hoy tiene tres de estos vehículos que le dan el sustento diario.
Don Rafael, ¿porqué se le apoda “El Cachaña”? (Risas...)
Mi hermana mayor le hizo un chaquetón color verde a mi hermano, José, en la época de escuela, en la recordada escuela 8 del barrio estación, como éramos tan habladores cuando chicos, la profe (Q.E.P.D) Maria Luisa de Mendoza dijo “ahora si que parecen Cachañas” Después que salió al recreo todos empezaron a llamarnos cachañas.
¿No le molesta?
Algunos de mis hermanos no les gusta, a mí me encanta, yo lo tomo como peluseo, todos me conocen como el cachaña, es muy difícil que alguien me ubique por mi nombre.
¿Usted también estudió en la Escuela 8?
Si, hasta 6to año de preparatoria, donde recuerdo algunos de mis profesores, don Damián Cáceres, Sr. Parra, don Abdul Bustamante, don Juan Torres entre otros.
Usted estuvo un tiempo fuera de Cauquenes ¿qué nos puede contar al respecto?
Bueno siendo joven me fui a Santiago, estuve trabajando en las vertientes cercano al cajón del Maipo, hice el servicio militar el año 1971 en San Felipe, un cuñado me llevó y me inscribió allá, en el regimiento Buin. Terminando el servicio me fui a trabajar de empleado particular en la casa de don Tulio Mendoza, hermano del General Mendoza, pasó el tiempo y una semana antes del Golpe de Estado me vine para Cauquenes, y me tocó presentarme como reservista en el regimiento Andalién. Luego de pasado todo el alboroto comencé arrendar un triciclo para trabajar, con el tiempo logré tener mi propia herramienta de trabajo a la que bauticé como “La Cachaña Voladora”, luego compré al que bauticé como “El junior” y por último “El Flecha”.
Con todos estos años trabajando en este oficio, ¿hay algún cliente en especial?
Muchísimos clientes, personas que hasta el día de hoy me pasan hasta las llaves de su casa para ir a dejar sus compras. Uno de los clientes habituales y el cual me quería muchísimo era don Pedro Domínguez (Q.E.P.D). En la época que llegaba la Lit aquí en la plaza yo iba a buscar todos los paquetes de don Pedro, desde antes que se instalara con la Ferretería “El Serrucho”. Era una persona muy buena, me quería harto ese caballero. Todos los años me daba un vale para pasar un día agradable donde el señor Clemente, en Pelluhue (donde hacen ricas empanadas) yo llegaba y las personas que estaban ahí decían “llego el Cachaña nos va a cantar rosa”, en ese tiempo yo cantaba esa canción de Nicola de Vari, sobre todo cuando andaba con unos tragos. Eso si que el vale en la parte de atrás decía explícitamente “Sin Trago” (risas...)
En una oportunidad estuvo muy cerca de morir ¿cuéntenos que paso?
Me atacó una Bronconeumonía fulminante, la verdad de las cosas no había mucho que hacer, de hecho mi hermano que trabaja en Pelluhue al llegar al hospital y preguntando sobre mi estado le dijeron que era muy difícil que pasara la noche y que se preparara. Luego de esa noticia salieron a cotizar el ataúd y tenían todo listo para mi funeral.
Pero resulta que pase bien la noche y al otro día estaba mucho mejor, de hecho cuando llegaron mis otros hermanos a verme yo estaba sentado en la cama. Cuando pasó lo peor y yo estaba bien, escuchaba que pasaba la doctora Fuentes y le preguntaba al enfermero ¿Cómo amaneció el Cachaña? Bien respondía él, entonces entraba la doctora y me preguntaba a mi ¿cómo amaneció hoy don Rafael? Muy bien le contestaba. Así fue ocurriendo lo mismo día a día hasta que le dije, Doctora dígame Cachaña no mas, yo no me enojo.
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