Por Silvana Fuentealba - Publicado en Independiente .cl
Dos años en un liceo de emergencia y aún sueñan con un moderno edificio donde ir a clases. Los alumnos del liceo tradicional Claudina Urrutia de Lavín mejoran en notas y mediciones, mientras todavía viven los efectos del terremoto.
Que el día en que sintió mayor tristeza. Después del terremoto, de recorrer su colegio a medio caer y hacer incesantes llamados en busca de ayuda, Rafael Pincheira se sentía apesadumbrado.
El liceo, construido en 1940, se había derrumbado sobre las amplias salas. Ya no estaba el pasillo donde los muchachos se refugiaban en inverno, ni el hall con las baldosas antiguas que brillaban en la entrada del colegio.
Era un día triste cuando sonó el teléfono. “Eran de la Fundación Chile. Me preguntaron si estaba dispuesto a recibirlos. Yo dije, ¡pero con todo gusto! Junté a alumnos, profesores y personal, y los acogimos en forma bien pobre, apenas con un jugo y unas galletitas. Estábamos en shock todavía”, recuerda Rafael Pincheira, director del liceo Claudina Urrutia de Lavín, de Cauquenes.
Son alrededor de 750 alumnos, de entre 1° y 4° medio, provenientes de Cauquenes, Pelluhue, Chanco y Curanipe. El 27 de febrero de 2010, cerca del 70% de ellos perdió parte o la totalidad de sus viviendas, además de quedarse sin establecimiento educativo. Incluso 13 profesores y paradocentes quedaron damnificados.
“No teníamos nada. En un minuto pensamos que íbamos a tener que cambiarnos de liceo”, rememora María José Meza, quien entonces era vicepresidenta del Centro de Alumnos.
El día de la llamada, los consejeros de la Fundación Chile le avisaron al director que la Minera Escondida estaba interesada en reconstruir el establecimiento.
Mientras tanto, la ex Escuela 1 de Cauquenes, que apenas había sobrevivido al terremoto, se convirtió en liceo de emergencia. “Alrededor del comedor se restauraron las paredes, el piso y las puertas, tratando de que fuera básico y pudiera ser aceptado como mínimo para cocinarle a 400 alumnos”, cuenta Pincheira.
“No estábamos acostumbrados. Era un lugar chico, con salas modulares donde teníamos que hacer 3° y 4° Medio en la mañana y 1° y 2° en la tarde”, recuerda la ya egresada María José. Los 22 profesores, por su parte, se ajustaron al único salón que ahora acogía dirección, sala de reuniones y Unidad Técnica Pedagógica.
Ese mismo año, uno de los alumnos sacó el mejor puntaje PSU de la provincia, y ganaron numerosos concursos literarios y folclóricos.
En la comuna lo conocen como el Liceo de Anticipación Claudina Urrutia de Lavín. El título se lo ganaron tras ser seleccionados entre los establecimientos innovadores del proyecto Monte Grande.
Pero la historia de logros se escribía de antes: en 1901, fueron el primer colegio en atender a la población femenina de Cauquenes. En la década de los 60, tuvieron enseñanza secundaria completa y ampliaron su cobertura a jóvenes provenientes de sectores medios y bajos que hoy representan casi la totalidad de su población. El Indice de Vulnerabilidad Escolar es de 71,1. De 750 alumnos, 412 son prioritarios.
No es todo. En el 2007, el liceo fue uno de los primeros integrantes de la Red de Escuelas Líderes, Educar en Pobreza. Por último, el más reciente hito que la comunidad agrega a su historial, es el terremoto del 2010 y las oportunidades que de ahí surgieron.
“Yo creo que hay una expectativa a nivel comunal”, asegura María José Meza. Los últimos dos años, la comunidad se ha dedicado a diseñar el nuevo establecimiento. Entre otras novedades, tendrá un sistema de uso eficiente del agua, con infiltración de aguas lluvia. Además, postulará a la certificación medioambiental estadounidense Leed.
El nuevo colegio se instalará en el mismo terreno donde estaba el liceo anterior, tendrá 22 salas y por primera vez un gimnasio para las clases de educación física, un recinto con capacidad para mil personas. Pero para eso aún falta. Este 2011 los muchachos pasarán su tercer año en liceo de emergencia. Para Nicolás Badilla, presidente del Centro de Padres y Apoderados, la lentitud responde a temas de burocracia. “Veíamos que pasaba un mes, dos meses, que íbamos terminando el año y que tal vez el 2013 tampoco íbamos a tener el edificio”, afirma.
El trámite, explica Badilla, se tardó porque el terreno fiscal debía pasar a la municipalidad, que, a su vez, debía entregar en comodato los 3.600 metros cuadrados a la minera. El proceso significó que sólo en noviembre de 2011, la empresa lograra limpiar definitivamente los escombros del antiguo liceo e ingresar la maquinaria para construir el nuevo.
Mientras tanto, las ansias parecen aliviar la espera. “Fue pena el derrumbe. pero también una oportunidad para el liceo y, por qué no decirlo, para Cauquenes y la provincia”, anuncia el director.
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