Por Roberto Romero Yañez
Es inevitable recordar la historia, a propósito que en septiembre se cumplieron cuarenta años de un hecho que marco inexorablemente las generaciones de chilenos y chilenas con pasmosas divisiones y radicalismos que lamentablemente hasta el día de hoy subsisten querámoslo o no.
La vida del país no comienza ni termina en 1973, la peculiaridad de los pueblos originarios; invasores extranjeros; inmigrantes y la innumerable diversidad de factores e sucesos han forjado la personalidad social de Chile que en el éxito y en el fracaso, en acciones heroicas y rufianes como periodos gloriosos u horrorosos lamayoría de los chilenos representan y desean credibilidad, cordura y concordia.Pero en la actualidad, aparentemente poco y nada puede cambiar el escenario y el futuro irremediable nacional como a nivel local, respecto a los vicios y desvergüenzas en órganos de la administración pública protagonizados especialmente por figurillas que han trepado finalmente al poder a través de elección popular y que en la mayoría de los casos con su actos u omisiones no representan la verdadera demanda de la ciudadanía pensante que exige a un estado -aunque defectuoso- e instituciones como autoridades que estén al servicio de las personas y promover el bien común para todos y no para interés personal o aliados.
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