Una vez más, sonaba la campana del Liceo, esta vez precisamente no era la mano de don Sixto quien lo hacia para empezar la Clase del recuerdo, en esta oportunidad emitía su característico sonido para darle el ultimo adiós desde cada rincón que alberga el Liceo Antonio Varas.
El Patio cubierto fue la antesala para recibirlo. Cientos de personas llegaban a acompañarlo, los alumnos del liceo escoltaban su féretro, en ningún segundo quedo solo. El día de hoy todo un liceo lo despedía, autoridades, comunidad en general y amigos.
Los discursos marcaron a cada uno de los presentes. El discurso de su hijo comenzó y finalizo con una frase ·”El hombre muere, cuando se le olvida”.
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