Heme aquí
    un fantasma sin sentido
    un obrero, un jornal
    arlequín de los andamios
    trovador frío, banal.

    He aquí
    al que soñó ser aviador
    príncipe azul
    un burgués, un gran señor.

    Se fue la lozanía de mi cuerpo,
    dejando laceradas mis maderas,
    como así se ha reducido mi esqueleto,
    dejándome nostálgicas secuelas.


    Se ha ido lo más útil de mi todo,
    porque ya se han desgastado mis membranas,
    aquellas que por sobre los letargos
    me hacían renacer cada mañana.


    No obstante, aún me activan los recuerdos
    de, antaño, refulgentes primaveras,
    recuerdos que me sirven de sustento,
    y lo han de hacer hasta el día que me muera.

     

    Con sus mares y montañas
    viene cantando Cauquenes
    En cada nota hay un brindis
    a la tierra y a su gente

    Toda el alma en la guitarra
    como el aromo florece
    Un racimo que se exprime
    en buen tinto y aguardiente

    Chilenos, no soy poeta,

    tampoco soy escritor,

    no obstante, para hacer versos,

    me sobra la inspiración.

    Por eso, en este “ Dieciocho”

    y ya que nada me inhibe,

    en versos quiero brindar

    por los símbolos de Chile.

    Brindo por nuestra bandera,

    digno paño tricolor,

    que al mundo muestra una estrella

    más refulgente que el sol.

    Madre

    La  razón  y  el  corazón,
    sabiamente  y  con  altura,
    han  logrado  consensuar
    sobre  quién  nos  da  en  la  tierra,
    de  modo  incondicional,
    más  amor  y  más  dulzura.

    Según  la  razón  pensante
    y  el  sentir  del corazón,
    no  es  difícil  deducir                 
    sobre  quién,  después  de  Dios,            
    nos  prodiga  en  todo  instante
    más  dulzura  y  más  amor.

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